Fc Barcelona: ciento veintidos millones para un descalabro en la primera rotación

Cuando Luis Enrique abre su taquilla completamente, halla un abanico de opciones inabarcable. Tiene a su predisposición un guardarropa empotrado lleno de prendas de todo género, cuando hasta la data estaba escaso de indumentaria para el F.C. Barcelona. Nada como la ropa de gala, ese traje con corbata, zapatos y cinturón a juego que acicala a los blaugrana con un equipo titular que se pronuncia de carrerilla. El inconveniente es que no luce igual en camiseta de algodón, texanos y zapatillas, o bien en chándal y calzado de ir por casa, como se vio frente al Alavés tras efectuar una inversión de ciento veintidos,75 millones de euros fijos (podrían añadirse treinta y seis en variables) para fortalecer el vestidor con 6 futbolistas este verano.

 Es la segunda gran revolución desde dos mil catorce en la tramoya barcelonista, si bien esta vez se trataba de dotar de más opciones al conjunto. Es cierto que el perchero móvil por el momento está atascado. Encima, el Barcelona precisa imperiosamente mirarse en el espéculo y reconocerse con la nueva imagen. Aún no sabe qué ponerse. Ciertos, como Denis Suárez, Samuel Umtiti y Lucas Digne han encajado como un guante desde el primero de los días. Otros, como André Gomes, empezaron con la pretemporada a puntito de terminar, al tiempo que Jasper Cillessen y Paco Alcácer debieron comenzar a la agobiada tras 3 deficientes sesiones bajo la mirada de Luis Enrique.

Ninguno de los 2 relució por culpa de ello.
El técnico es siendo consciente de que el destrozo frente al Alavés es culpa suya, sobre todo tras declarar que es, sobre el papel, la mejor plantilla de que dispone desde el momento en que llegó. Se golpea el pecho, evita indicar a absolutamente nadie públicamente y acepta las críticas, como quien se confunde con su vestuario en una liturgia. Algo de razón tiene, puesto que se le fueron de las manos las rotaciones, uno de sus dogmas, entre lesiones de unos y regreso de partidos internacionales de otros. Frente al Alavés se patentizó que el Barcelona todavía no ha encontrado su estilo con otros jugadores. Una revolución con 7 novedades favoreció que se rogara  el ingreso de Leo Messi, Luis Suárez y Andrés Iniesta, hasta el punto de que se aclamó su salida del banquillo tal y como si hubiesen marcado el tanto de sus vidas. No está preparado aún el equipo para ir por los estadios con otra imagen, instalada la alineación tipo con Ter Stegen, Sergi Roberto, Gerard Piqué, Javier Mascherano, Jordi Alba, Sergio Busquets, Ivan Rakitic, Andrés Iniesta Messi, Suárez y Neymar. De ellos, solo el centro del campo y el ataque fueron en socorro el sábado, mas no salvaron al ahogado. En 3 encuentros de Liga y 2 de Supercopa de España, Luis Enrique jamás se atrevió a una alteración tan salvaje como frente a los vitorianos. Lo más semejante fue en la vuelta frente al Sevilla, con 4 sustituciones resaltables (Aleix Vidal, Umtiti, André Gomes y Munir). Ahora bien, en las 3 primeras jornadas del torneo, la portería ha sido la percha con más cambios de prendas: Bravo actuó tras la enfermedad de Ter Stegen, quien se hizo con el puesto tras su traspaso, y ahora que se ha vuelto a herir, Cillessen se ha puesto los guantes frente al menosprecio a Jordi Masip. Es más, frente al Alavés, por vez primera en catorce años, formó de comienzo un solo canterano. Sintomático.Cansado de no poder hacer virar a sus jugadores en la pasarela para repartir sus fuerzas, Luis Enrique solicitó un guardarropa con más futbolistas. Deseo cumplido, agotando la partida económica de este verano (sesenta millones de euros más los treinta y uno con seis de los traspasos) y empleando un adelanto de la próxima. No desea que a mitad de curso le suceda como en el último, donde una pájara favoreció la supresión en la Champions y prácticamente comprometió una Liga que estaba en el macuto.

 Debió exprimir a un once tipo y menospreciar al resto. Dicho y hecho: ciento veintidos,75 millones invertidos en 6 futbolistas de nivel, jóvenes y con proyección, mas todos con la vitola de ser secundarios en una plantilla con once titulares incontrovertibles. «Mi objetivo es sostener lo bueno que tenemos», informó el secretario técnico, Robert Fernández. Con un preparador leal fiel de las rotaciones, el tiempo afirmará si los nuevos están al nivel de los vetustos, si tantos giros no marean, si absolutamente nadie se desalentará en el caso de que no entre en su tiovivo o bien si una inversión tan elevada ha sido pertinente. Por el momento, el día de ayer Luis Enrique se reunió con el conjunto para alentarlo tras la primera derrota y para encarar el estreno en la Liga de Vencedores frente al Celtic. Queda mucho y hay que lucir tal y como si nada.

1 comentario:

  1. Yo personalmente no tengo prejuicios contra Enrique. Tengo un espíritu fuerte. Cuando juego al fútbol, ​​tengo un estilo tenaz y un alto nivel de expresión. Vengo de Barcelona. Salvo el nivel técnico y táctico, todo parece estar hecho a la medida del técnico azulgrana. Sin embargo, su problema radica en la competencia central de los entrenadores: el nivel.
    Al defender a Enrique, mucha gente dirá que el declive del barcelona en los dos últimos años se debe al envejecimiento de la plantilla y al debilitamiento del mediocampo, no tiene nada que ver con Enrique, no estoy totalmente de acuerdo con esta opinión.

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